que algún día
tu cuerpo me será lejano,
mientras tanto,
en este universo,
tu partida
es hambre que no acaba.
Llaga pudriéndose.
Mientras tanto,
me acuesto cada noche
con la mano en el sexo,
recordándote
esperando
que pasen veinte años
o el tiempo necesario
hasta que no tenga que decir tu nombre
para ponerme
de
pie.
Atenea Cruz,
Duranghetto.
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