Con el sol de mediodía nacen las ganas de salir. Te subes al carro y te vas a Playas. La Terraza Vallarta te recibe con una imagen doble: las cuatas.
Mariscos, clamato (con un poco de cerveza), lentes de sol, cabello suelto, el sol cayendo sobre tu cabeza.
Un grupo de policías entra con cuernos de chivo y metralletas (a ellos tambien les da hambre). Hay dos opciones: quedarse o meterse. La segunda es la recomendable.
Los mariscos no saben igual dentro de las cuatro paredes.
Caminata por el malecón, charla, los murales, perros, gente, el aire cálido y placentero de un enero que parece mayo.
Café en casa de los amigos que viven en París.
La promesa de terminar la novela.
Kentucky Fried Chicken con los sobrinos y la futura abuela.
Besos y abrazos a la panza.
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