No. No quiero rendirme. No quiero hacerlo, se lo debo a la hija que tengo, me lo debo a mí.
Este fin de semana fue negro; las noticias se llenaron con imágenes de un hombre que recibió un nombramiento que no merecía.
Pienso en los magistrados y me pregunto: de cuánto fue el ofrecimiento o qué tan fuerte la amenaza?
A mi familia parece no importale que Peña Nieto esté en la silla presidencial.
A mí sí, y lloro.
Me duele la consciencia, el cuerpo.
El dolor es cuerpo, materia.
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