Ayer por la tarde vi a un toro sangrante.
La fuente purpura brotaba de su lomo, su mirada interrogaba a quienes lo picaban sin razón. 450kg de peso, su nombre: el Ingrato. Su cuerpo pesado se movía tras aquellos que lo lastimaban. Un personaje blancusco se mecía sobre un caballo. La gente gritaba "Olé" y yo me imaginaba gritando: !Matalo! Pero mi voz era para el Ingrato, mi "Olé" era para el pobre que lograba, de vez en cuando, asustar a la jauría que lo acechaba.
En sus ojos entrecerrados alcance a ver la confusion.
Me trague el orgullo, la vergüenza, y me puse los lentes.
Nunca mas una Fiesta Brava con D o sin el. Nunca un clavel rojo en el cabello... ni cuando en verano.
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Mas tarde...
Justine y Juliette, otra clase de sadismo llegado de Xalapa.
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