viernes, 17 de diciembre de 2010

Rutas

Verde. Esperas estacionada en una esquina, agradeces que sea de noche y los parquimetros no funcionen. Rojo. Sólo tres humanos han pasado por la calle en los últimos quince minutos. Amarillo. El rum, rum grave de los carros te mantiene ocupada. Ves el bocho verde e imaginas que la calle es empedrada, más estrecha y de un sólo carril. El carro comienza a llenarse de brisa y comienzas el recuento de las rutas de este 2010, las retomas como conocimiento retenido, como parte de una memoria en declive. Cuentas el número de veces que te subiste a un avión este año, las ciudades que recorriste y la música de las gaitas.

Sonará el teléfono mientras esperas que te ilumine una luz de carro conocida, contestarás, será tu padre argumentando que te quiere, te preguntará por su futura nieta, te dirá que esta feliz por ti y que te ama, te perderás en el silencio; recordarás el llanto de tu madre y la noche buena en que dormiste en una banca abrazada de tus hermanos, lo recordarás a él profundamente borracho y con sus ojos rojos. Le darás las gracias por la llamada y prometerás buscarlo pronto... pero sabes que no sucederá.

Cuelgas, sientes el vacío, ni siquiera una emoción se asoma. Piensas en su apellido y en si te hubiera dolido no tenerlo. Dices que no. Te preguntas si Ivanna R. Ceballos pensará lo mismo.

Verde. Amarillo. Rojo. El silencio tiene ruido. Las luces del carro que esperabas no aparecen.

Todos los semaforos en verde.

Te vas a casa.

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