Todos duermen. Ayer fue la primera comunión de mi sobrina y el festejo fue en grande, la fiesta comenzó desde temprano, las flores adornaron las mesas en el patio de la casa de mi madre y las mesas vestieron manteles de colores. Todos bebieron, las mujeres cantaron hasta el amanecer gracias al Youtube -el mejor dj que hemos tenido-, mi hermano y mi tío llevaron a un borracho a la cruz roja, el pobre bebió tanto que creyó que era superman y se atrevió a volar aventándose del techo, el resultado fue una costilla rota, un brazo quebrado en cuatro partes y la cabeza llena de chichones, todo fue en unos segundos, el hombre gritaba de dolor y mi cunada entonaba una canción de Rocío Durcal.
En fin, era lo que faltaba para que la fiesta estuviera completa.
Los finales felices no sirven para escribir una novela.
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