Los días cambian. El aire que nace en el Norte desaparece en la esquina. La generación se descubre sedienta de descanso. Los que antes presumiamos llegar al trabajo casi directamente de la cantina, presumimos que ahora despertamos después de las 12pm. El cansancio ya nos reclama la factura. Algunos seguimos usando converse para sentirnos jóvenes, pero nos sentamos en la banqueta de nuestra calle, miramos a los niños correr y extrañamos esas aventuras, ese deseo de que el día fuera eterno para no regresar a casa. Estar con amigos, sentirnos Superman o Spiderman, comer dulces a reventar y pedir nuestro domingo. Sentir la cama calientita y el beso nocturno.
Seguimos usando converse para olvidar que el domingo sólo dura 24 horas y entramos al trabajo a las 9am, y que debemos pagar renta y luz.
Dormimos hasta las 12pm, pero seguimos usando converse, no tenemos hijos, nos tomamos una chela, y seguimos riendo y usando converse.
Pronto esta casa no tendra tanto espacio, pero seguiré usando converse.
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