Lo escucho mientras espero que se llene el taxi. Mi asiento ya está apartado. Los tres fumamos. Él, el taxista y yo. Su jornada laboral comienza a las 10:00pm. Vende melones y sus clientes son los choferes de los taxis. Cada noche trae una fruta distinta, recorre los sitios de transporte y no se va a casa hasta que termina. Su sudadera -que solía ser blanca- esta roída del cuello, el pantalón se ve seboso y pasado de moda, su cabeza la cubre con una gorra de las Chivas.
Le di el pedazo de pastel que traía de la fiesta para no comprarle melones. Se termina el cigarro y lo veo alejarse.
En Tijuana, uno se enamora de todo. Aunque ya no con la misma intensidad de la adolescencia. Veo las calles camino a casa y trato de memorizarlas, la ciudad tiene recuerdos que nadie ha vivido.
Al menos siento que ya no muero por dentro.
2 comentarios:
Hoy le platicaba a mi amiga algo que aprendi de mi profesor de tae kwan do ... "Siempre has todo con la mayor intencidad del mundo"
Nunca he olvidado sus palabras, nunca quiero enamorarme poco, quiero todo lo que pueda abrazar, quiero lo mejor para mi ciudad, lo mejor para mi familia... razonable?.. objetivo?.. no lo se ... pero al menos, como los cerillos, la flama de fuego sera intensa ...
mis mejores deseos
este texto esta bien chilo! jeje. gracias por compartir. quiero pastel (noche en la calle). un abrazo sister.
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