martes, 23 de septiembre de 2008

Hoy me sentí como Dorothy en el Mago de Oz. El camino amarillo se deslizaba con mi carro a cuestas. Siempre ando corriendo, y casi nunca tengo tiempo de realizar actividades extras a las que ya tengo agendadas para el día. Hasta me siento ridícula al escribirlo, pero es cierto.

Llevé el carro a uno de esos car wash donde te lavan el carro en quince minutos.
Póngalo en neutral y no toque el volante, me dijeron. Y ahí voy, mejor dicho, ahí va mi carro.
Chorros de agua saliendo a alta presión mojaron mi carro, el lodo comenzó a deslizarse por las ventanas y la chúntara de mí, se inclinó para que no la mojaran. Ni modo, no pude evitarlo, fue mi primera reacción, creí que me iba a mojar, aunque las ventanas estuvieran cerradas.

El carro se resbalaba por los rieles amarillos, y los cepillos con mangos rosas daban cien vueltas por minuto. Las cerdas azules golpeaban mi carro, el agua salía por todos lados. Silencio. El mundo afuera. El limbo. Sólo el ruido de los cepillos gigantes sobre mi carro, y el agua. Otro mundo. Girando, todo girando, los cepillos, las cerdas, los rieles, el agua. Un ruido. Fuerte muy fuerte. Zum (En dónde está la mosca?). Viento. Mi carro vibra.

Ya estoy volando?

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