jueves, 24 de julio de 2008

Tenía mucho que no visitaba esa casa. Casi desde que mi abuela murió. Fui a lavar a mano -mi abuela siempre tuvo lavadero de cemento-. Hubo reclamos y sollozos por parte de Salvador Vega Martínez, mi abuelo.

Pensé que podía, pero no, no puedo escribir este texto.

Nada. Sólo Batman y lágrimas por la actuación de Heath Ledger y Gary Oldman.

Batman, sólo Batman.

miércoles, 16 de julio de 2008


Cada vez que me enfrento a un nuevo grupo de alumnos, me enamoro de alguien. No puedo evitarlo. En este momento estoy enamorada de casi ocho niños: son increíbles. Como también es increíble, estar correteándolos por todo el salón. Estoy dando tres campamentos de verano y estoy cansada, muy cansada. Al final del día me cuesta articular las palabras, mi garganta también se cansa, pobre, me mienta la madre a cada minuto.


Ya lo dije, me enamoro de alguien. Ahora estoy enamorada más que nunca, no quiero separarme de Esteban, ese guero de ojos de sapito sin pestañas, y con déficit de atención que tiene una inteligencia envidiable. Hace tres semanas le hablaba y no me hacía caso, ni siquiera me veía. Ahora trabaja, me escucha y contesta: sí, maestra, voy a hacer lo que usted me diga.


Hoy pasó algo que nunca me había sucedido -Y espero que no se repita jamás- Esteban casi se me ahoga. Me descuidé un poco y él se tragó una bala de plástico. Hoy los niños más grandes: José, Emilio y Andrés llevaron pistolas de juguete, de esas que utilizan balas de mentiritas, pero que lastiman de todas formas. Les dije que nada de violencia, y les decomisé las pistolas y el frasco transparente repleto de balas. Seguramente me odiaron.


Me descuidé y sacaron las balas del escondite. No me dí cuenta hasta que vi a Esteban tratando de vomitar la maldita bala naranja. Estaba rojo. Primero pensé que estaba jugando, pero no me contestaba, no podía respirar. Lo giré y comencé a presionarle el estomago, entre gritos pregunté que si alguien sabía qué se había comido y vi las balas regadas por el piso. Ni tiempo tuve de pensar, lo apreté y sentí su corazón palpitando desesperado. Le metí los dedos hasta la garganta, pero no encontré nada.


Le pedí agua a José y la trajo enseguida. Se la eché a Esteban en la boca y seguí apretando. Le pedí que tratara de respirar por la nariz, que me ayudara, que si respiraba por la nariz y el aire encontraba salida, íbamos por buen camino. Después de unos segundos de lucha, la bala salió volando de su garganta. Lo abracé fuerte, muy fuerte y comencé a llorar con él en mis brazos, él me abrazó con la fuerza de sus siete años. No lloró, pero su frente y espalda estaban empapadas. Mis manos temblaban, mucho, demasiado. Los demás niños estaban parados a mi alrededor mirándonos asustados. Andrés -el dueño de las balas- en un rincón, tenía los ojos llorosos.


Yo lloraba y Esteban me decía:

-estoy bien maestra, estoy bien, perdóneme maestra, perdóneme, voy a hacer lo que usted me diga.

-Pero por qué te la pusiste en la boca Esteban, si no es comida? El pollo se come, las verduras se comen, pero el plástico no.

-Pensé que era un chicle maestra, pero míreme, estoy bien.

-Pues sí, pero me asustaste.

-Perdóneme maestra.

-No tengo nada que perdonarte, eres un niño muy inteligente.

-Ya no tanto, un pedazo de la bala se me fue al cerebro.

-No Esteban, la bala la escupiste.

-Sí, pero un pedacito ahí se quedó y ya no voy a ser tan inteligente.

-Claro que vas a seguir siendo inteligente. Ese pedacito está en tu estomago y se va a deshacer con el tiempo.


Llamé a Andrés, pero no se movió de su lugar, el miedo lo tenía paralizado. Caminé hacia él con Esteban todavía en mis brazos, lo besé, y le dije que no se preocupara, que todo estaba bien. Andrés no dijo nada. Sólo abrazó a Esteban.


Yo quería correr al baño y seguir llorando, pero no pude, hice lo que creo que hacen las mamás: no despegar la mirada de todos y cada uno de los niños.


Las balas, siempre las malditas balas.

miércoles, 9 de julio de 2008


A veces tu ausencia forma parte de mi mirada,
mis manos contienen la lejanía de las tuyas
y el otoño es la única postura que mi frente puede tomar para
pensar en ti.

A veces te descubro en el rostro que no tuviste y en la
aparición que no merecías,
a veces es una calle al anochecer donde no habremos
ya de volver a citarnos,
mientras el tiempo transcurre entre un movimiento de
mi corazón y un movimiento de la noche.

A veces tu ausencia aparece lentamente en mi sonrisa igual
que una mancha de aceite en el agua,
y es la hora de encender ciertas luces
y caminar por la casa evitando el estallido de ciertos
rincones.

En tus ojos hay barcas amarradas, pero yo ya no habré de
soltarlas,
en tu pecho hubo tardes que al final del verano
todavía miré encenderse.

Y éstas son aún mis reuniones contigo,
el deshielo que en la noche
deshace tu máscara y la pierde.

El otoño recorre las islas, José Carlos Becerra
La palabra:
Musa huérfana de los labios que callan...
hoymiércolesnuevedejulioporlaprudenciamoriría.

sábado, 5 de julio de 2008

Cumple Abril

Dio gusto llegar al Dandy's y ver a Abril feliz, festejando su después de los 30. Verla rodeada de amigos, ver cuánta gente quiere a este pedacito de ser humano que alberga un gran corazón. La mayoría sólo íbamos a tomarnos una chela. Alegábamos que teníamos que trabajar al día siguiente, que nos teníamos que levantar temprano, que era jueves, etc.,
Pero la mayoría nos quedamos hasta el final.

Dio gusto hablar, reir, hablar, reir, hablar, reir.

Happy Birthday Abril. Este corazón te quiere y te quiere bien.
Hace una semana Una fue a un lugar que quería conocer desde hace años. No sé porque nunca se había aparecido por ahí. Estuvo casi 30 minutos y fueron suficientes para que saliera horneada, eufórica y feliz. Una reía de todo. Si se le derramaba la cerveza en la mano: reía. Si alguien la saludaba: reía. Si sus rizos se desacomodaban: reía.
Una conoció a dos meseros que trabajan en one of the most fancy places of the city y pasan sus noches libres en el innombrable lugar.
Una llegó al turis, se encontró a viejos amigos y conoció a unos nuevos. Un amigo le presentó a otro amigo que la hizo reir mientras el Tin Tan le limpiaba las botas. Una estaba feliz. El otro amigo le rogaba a Una que no se fuera. Una lo pensó, pero no se quedó: prefirió seguir recorriendo la noche. Una se enteró de cosas, muchas cosas.

Una llegó a su casa casi al amanecer, mareada, cansada, con un ojo cerrado y el otro semiabierto, cerró la puerta, prendió un cigarro y comenzó a leer un texto de Gertrude Stein en voz alta. Una se dijo: es el colmo, andas grave. Fue una noche de biografía. Pero al día siguiente, Una no se pudo levantar de su sillón.

El malestar fue casi sagrado.
El stress comenzó temprano esta mañana. El grupo de teatro infantil "Los Inteatrables" -mis alumnos- tuvieron presentación hoy en el festival de la ópera de la calle. El día comenzó a las 8 de la mañana. Como todo unos profesionales, puntuales llegaron a la cita. Estaban muy emocionados y yo: histérica. A Brianna se le olvidaron las sandalias, pero inmediatamente le llamó a su mamá para que se las trajera.
Metimos la escenografía con tirabuzón a mi querida windstar y nos fuimos al lugar. La función empezó una hora tarde. Cuando llegamos todavía estaban montando el escenario y yo como loca, busqué a uno de los organizadores y nada. Los micrófonos-diadema fallaron, las voces de los niños no se oían, yo, peleando con el pobre de Romeo que estaba en el sonido. Les quité las diademas a los niños y pedí los ambientales.
Pero ya resuelto el problema, les fue muy bien. Los niños ni se inmutaron, resolvieron todo a la perfección.
Me permito decirlo: esos niños son maravillosos.

jueves, 3 de julio de 2008

HAPPY BIRTHDAY PARA LA ABRILENNIN!!!!!

miércoles, 2 de julio de 2008

Nothing else matters.
Hace días que me duele la cabeza, he tenido que anestesiarla con paracetamol. Hoy mi cuerpo se siente agotado. Se supone que esta tarde termino de impartir el taller en la Ibero, pero estoy cansada, muy cansada. Tuve que sentar a mi cansancio y a mi responsabilidad, para ver si se ponían de acuerdo: quería reportarme enferma.
Decir: hoy su maestra se siente cansada de los días. Hoy su maestra no se va a presentar. Pero la responsabilidad le reclamó al cansancio. Yo sólo los oía discutir. No dije una sola palabra. Tal fue su disgusto, que decidieron subirse a un ring y pedirme que tocara la campana. Acepté, pero no pude mover un dedo, mi cuerpo estaba lacio.
Se golpearon hasta el cansancio. Pobres ilusos, golpe, tras golpe, esperaban escuchar un tilin, tilin que nunca llegó. El cansancio me pedía ayuda con los ojos llorosos, mientras la responsabilidad lo pateaba. Pensé en tirar la toalla. Pero era demasiado tarde: la responsabilidad había ganado. Desde la lona, mi cansancio derrotado me miró con reproche. Así que me levanté como pude y me fui a dar clases.

martes, 1 de julio de 2008

Los sucesos superan a los días y al deseo de escribir algo sobre algo. Miriam tiene razón, todos los días pasa ese algo que no tiene respuesta. Ese algo que nos quema la boca y aún así, ahí se queda.