miércoles, 28 de enero de 2009

Birthday"s a la guera Donovan.

Feliz cumple, Jenny.
Casi puedes decir que viste pasar el mes de enero por la ventana. Has estado encerrada las últimas semanas, has salido sólo cuando es completamente necesario: el agua para el café, algunas reuniones de trabajo y alguna que otra celebración de amigos; pero te has refugiado en los libros, en la computadora y has realizado viajes imaginarios. Después de todo, siempre quieres regresar a casa. Te sientes tranquila, el miedo ya no te despierta a mitad de la noche, y sabes que los ruidos que escuchas, no son sinónimo de que el ladrón que se metió a tu casa el 26 de diciembre, ha vuelto.
Pero no te sientes mal, descubres que no es tan malo quedarse en casa y ver caer el día como cae un globo abandonado en una fiesta. Sabes que el mundo baila afuera, pero no te preocupa; miras la olla de frijoles que se cuecen sobre el fuego de la estufa, y ríes, hace más de un año que no ponías nada en ese cántaro de barro, ni siquiera recuerdas cuándo se le debe de echar la sal. Y ríes. No es tan malo, te dices. No es tan malo que la única cara que has visto en los últimos cuatro días, es la que se refleja en el espejo de tu cuarto.

Estás cocinando, es el tercer día que lo haces, ayer te peleaste con la memoria, tampoco recordabas los ingredientes exactos de aquel ceviche de atún que tantas veces hiciste, y que tanto te gustaba. 

Has peleado con tus demonios. Es el año del buey, y agradeces que el animalucho tenga cuernos. Confías en que será un año de equilibrio, pero tienes dudas en cuanto al horóscopo chino. Sabes que eres caballo, y que Samuel Beckett también lo fue, pero siempre has pensado que te correspondía ser gallo.

Abres tu correo -tu único contacto con el mundo-, y lees lo que dos de tus mejores amigos te han enviado.

De: A.
Enviado: martes
Para: ti
Asunto: yelou..

!Al demonio los demonios!
(jojojo)
Esos ni muerden ni nada ni nada

A.

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De: N.
Enviado: martes
Para: ti
Asunto: E.

Usted es mi heroína no inyectada.

Gracias por el paro.

Abrazo desde acá.

N.

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No es necesario salir, te repites. Hasta aquí te llega el efecto mariposa.
'' La única certeza que tengo sobre mi teatro es 
que no ha contribuido a cambiar nada en el mundo".



Harold Pinter



(Cita robada del blog de Noé Morales).

miércoles, 21 de enero de 2009

Hoy despertaste, y aunque descubriste que fue la primera vez, en muchas noches, que el insomnio producto del miedo por el robo a tu casa, no te golpeó a la 1:00 am; te duele la cabeza. Amaneciste de mal humor y no sabes por qué. Más bien, no quieres admitirlo: la fecha se cumplió y no pasaste la prueba. Decides que es un día para llorar, que siempre has pensado que la lloradera evita la gripe, y te dices que el clima se presta para las enfermedades. Pero piensas en las reuniones del día y en el maquillaje. No puedes llegar a la cita con el rímel corrido y los surcos barridos en las mejillas.
Te pones corrector en la parte inferior de los ojos. Piensas en la historia del anillo y su valor de cientosetentapesos, cientosetentapesos, cientosetentapesos, ni siquiera puedes ponerle el consabido espacio a las palabras, repites la frase como si fuera una, así, sin más. Piensas en tu madre, y deseas que ella sea más fuerte que tú. El dolor en la rodilla -que tú pensabas sintomático-,  ya no está, tu mamá ya no usa el bastón de la abuela, y mucho menos se queja del duelo.
Te pones los zapatos y piensas en El aleph de Borges, y notas que te enoja la teoría del universo infinito y la infinita veneración del personaje hacia las cosas vividas y no vividas. Te peleas con tu cabello y su nuevo corte, y con lo laberíntico de los acontecimientos.
Te subes a tu carro y aceptas que desde hace meses estás enojada, que de nada te ha servido ocultarlo, que los intentos por esconderlo ante ti misma, han sido fallidos, que la yoga y los rituales de manzana con canela no han servido para nada. 

Cuánto?

Cien, de la verde por favor. No me limpie el parabrisas.

Manejas, y a tu mente llega la rueda del dharma, esa de la que habla la religión budista: todo se regresa siete veces. 

El aleph otra vez, en este momento te gustaría que la carretera fuera infinita.

Buenas tardes, tengo una cita a la 1:30.

Cierras la puerta. La lloradera será hasta después de la reunión, te dices.

martes, 20 de enero de 2009

Hoy notaste que ya no extrañas las manzanas.

domingo, 11 de enero de 2009

Se detuvo frente a él y lo miró directamente a los ojos. Ojalá y algún día sepas cómo me partiste la madre, le dijo. El se mantuvo callado. Ella no esperó ninguna respuesta; abrió la boca y le comió la nariz. La masticó y la masticó por horas, deseaba que el sabor fuera infinito.

No hay más.
Mexicali me recibe con aire familiar. No es la primera vez de ninguna de las dos. Ya nos conocemos y reconocemos. Conduje por sus avenidas con una chela entre las piernas.
La ciudad me recibe bien, pero yo llego con el cabello corto, muy corto, feo, muy feo.

No hay mas.

miércoles, 7 de enero de 2009

Es noche de Reyes y la casa está llena. Los hombres de la familia no quieren dejar las tradiciones: ellos juegan baraja, mientras las esposas cocinan. Jr, mi sobrino de casi trece, viene conmigo. Los niños que corren de un lado a otro nos impiden el paso. El olor a enchiladas estilo Michoacán inunda el ambiente. Sólo los que acaban de llegar no han cenado. La mayor de las hermanas promete servirme el plato si cuido a los siete chamacos que juegan y gritan sin parar. Sólo los tengo que cuidar unos momentos, pero son los suficientes para escuchar el típico: tía, Gissel me pegó; tía, Chavita no quiere sopa; tía, Sammy me dijo tonta!
La recámara es muy pequeña y son muchos.
De pronto, una pregunta que me atora la rosca con todo y niño en la garganta.

-tía, cómo se llama tu novio?- Sammy deja salir su voz de tan sólo tres años.
(...)
Los ojos se me quieren salir, y lo único que pienso es: claro, como me ve grande, intuye que debo tener novio.

Lo peor: su mamá me susurra: inventa un nombre. No le digas que no tienes.

-Schopenhauer- contesto. Esto es peor que la Inquisición.

                                                                                       
Es una presentación que no se pueden perder.
Jueves 08 de enero a las 7:00pm.


viernes, 2 de enero de 2009


la esme en 1982.

Las fiestas

25 de diciembre

Mi amá hoy comenzó a usar bastón, no es que sea muy grande de edad –este año cumplió 52-, sino que le duele la rodilla desde que mi papa se fue.

El bastón que sostiene en sus manos no es nuevo, tampoco es un regalo navideño, nadie se lo compró; le perteneció a mi abuela y no es cualquier bastón, se dobla en cuatro partes y de un tirón se tensa como varilla.

Mi abuelita lo usó hasta el último día de su muerte, -también padecía de las rodillas- ese día en que mi hermano intentó revivirla, y se comió el último aliento de la madre de su madre.

Veo a mi mamá de reojo y comprendo lo difícil que es para ella usar algo que le perteneció a Carmen Alejandre. A toda la familia le duele el símbolo del bastón, pero lo disfrazan con chistes y carcajadas.

¡Ahora sí, estás a un paso de la senectud! ¡Ya tramita tu tarjeta del Insen! ¡Año nuevo, vejez nueva! Le dicen. Pero a varios se les coloretean los ojos.


Es navidad y el aroma de mi abuela todavía está por toda su casa, en la recámara, las cobijas, la estufa y hasta en el lavadero de afuera, ese que mandó construir de cemento, para tallar los calcetines del abuelo tal como lo hacia en Santa Clara.

Ella ya no está, pero cuento a cuarenta y tres de la familia que llevan su sangre y se sientan en los sillones donde ella se sentó.

Recuerdo su mirada de ladito, amorosa e indulgente. Esos ojos que guardaban las preguntas no verbalizadas y que nunca haría, y que en vez de preguntar esbozaban una gran sonrisa.

¿Recuerdas Carmen, cómo me abrazaste y me pediste disculpas el día que me diagnosticaron la enfermedad de la tiroides, y cómo lloré en tus brazos?

¿Recuerdas también todo lo que lloraste por haberme heredado una enfermedad que era tan tuya y que me acompañaría toda la vida? ¿Y cómo me dijiste, que si hubieras sabido que tomaría medicamento siempre, no me habrías pegado tanto con las varitas chicoteadoras del árbol de obelisco, cuando era niña?

En mi cabeza resuenan tus palabras, las disculpas y la frase: vas a sobrevivir, es una enfermedad llevadera.

Pues sobrevivo, abuela, la enfermedad no fue lo único que me heredaste, te me heredaste completa. Tu sangre sobrevive y vive, y creo que lo estamos haciendo bien.


Es curioso Carmelita, mi amá se paró frente a tu foto y prometió no usar el bastón por mucho tiempo.


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Año nuevo

A pesar de que diagnosticaron buen clima para esta noche, hay neblina. Aunque no se si es algo natural o es la cortina de humo provocada por los cuetes, la que baña el cielo. Es primero de enero, cuatro treinta de la mañana y estoy en casa. Regrese temprano, después de haber escapado a hurtadillas de la fiesta, para no ser persuadida por Gaby, la regiomontana de ojos energéticos que detiene a cualquiera con todo el amor del mundo.

Esta noche se me rasaron los ojos pero de alegría. Abril escucho mi discurso de agradecimiento y a Miriam la abrace como lo hice en febrero, en la casa de Omar. Es ano nuevo, el ano viejo se fue con todo y sus lágrimas, lo despedí en casa de mi abuela y le di las gracias por todo; por las presentaciones, las fiestas, el premio, los montajes, los viajes y por toda la gente bonita que conocí, pero sobre todo, por la soledad y la reidentificación.

¡Welcome to my body 2009! (Escribir, escribir, escribir).

I love you with all my hearth, my body, my soul and my mind. I know, I`m a dreamer, but I`m not the only one.

Ya se fue, esta noche, se fue.

P.D. Extrañé la presencia de las Arreola y de la Lore en la casa de Tambor. También la de mi padre en la casa de mi abuela, espero que sea feliz con la mujer con la que se fue.