jueves, 29 de noviembre de 2012

No sabía que el cansancio, en ocasiones, se deposita en la cintura.

martes, 27 de noviembre de 2012

A veces uno tiene encuentros de los que no puede decir nada.

Qué extraño que sea en otra ciudad.

Hace muchos meses que no lloraba.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Y aquí ando, a más de 3000 km., de mi Tijuana y de mi hija.

Camino por las calles y pienso en lo mucho que me gustaría abandonar la frontera, cambiar de gente, caminos, ser la hija rebelde que abandona las miradas constantes de los edificios ya conocidos. Lo preciso del comportamiento reúnido durante los 20´s.

Sí, me gustaría ser otra. No una visión de mi misma. No una proyección somnífera de un yo dentro de un sueño y otro sueño y otro sueño.

Quiero una locura sin balanza ni equilibrio. Sin precisión ni certezas. Sin luz prendida ni antifaces. No quiero dormir y soñar lo mismo, a la misma gente. No, ya quiero ser otra.

Una piel despierta en un cuarto de hotel lleno de ruido y silencio.

Y si se puede... de sudor también.



viernes, 23 de noviembre de 2012

Y preparo maleta que sólo contiene mi ropa.

Esto de viajar sin la hija no es sano, no, no es sano.

La Emperatriz de la mentira se presenta en Guadalajara este fin de semana.

lunes, 19 de noviembre de 2012

me pregunto si podría construir un personaje como el de mi padre... uno que beba alcohol las 24 horas del día.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Y no sé cómo ni por qué, pero se me quitaron las ganas de viajar.

domingo, 11 de noviembre de 2012

últimamente las personas me dan alergia.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Era viernes y a las 9:30pm. ya estaba dormida; mi hija está de regreso en casa, la abracé y nos hicimos ovillo entre las cobijas; fue un sueño largo, de esos donde regresas al mismo lugar muchas veces. Estábamos en un café (que no existe) en la Col. Altamira, había una fiesta donde los invitados vestían elegantemente y tenían copa en mano; la segunda vez era el mismo café pero yo me bañaba en una
esquina, estaba desnuda y todos me veían (al contrario de lo que se piensa: no me avergonzaba), Mariana Mtz Esténs era la dueña y me servía un café (no sé por qué Mariana, quizá porque la conozco y sé que no se tiraría al piso si estuviéramos en esa situación); la tercera vez me tomaba un expresso con alguien que no me cae bien y, que además, hace mucho no veo.

Ah, con los sueños.