Esto de tener empleo nuevo significa que no descansaré ninguno de estos días de asueto.
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Adaptarse a personas y caras nuevas, nuevos nombres, estilos, oficina y mobiliario, línea con extensión para Una solita.
El nombramiento suena mucho, incluso hasta rimbombante, pero al final se reduce a lo mismo: las artes escénicas.
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Es mentira que los muertos no resucitan. Me acaba de resucitar uno que pensaba jamás volvería.
Y entonces me doy cuenta que mi vida está allá, en otra parte, en un aquí, nunca en un ahora, que está en aquellos surcos que se forman en la tierra, en unos pies que no descansan, en unos ojos que no duermen, en una boca que nada se guarda.
miércoles, 27 de marzo de 2013
martes, 19 de marzo de 2013
lunes, 18 de marzo de 2013
jueves, 14 de marzo de 2013
jueves, 7 de marzo de 2013
Hace muchos años tuve una relación con un hombre al que le debo mucho (es tiempo de aceptarlo), con él no sólo reí sino que ambos conocimos los verdaderos orgasmos; el mundo escapaba ante nuestros ojos y los besos eran largos; el idilio duró nueve años hasta que se enamoró otra vez y decidió cambiar de pareja. Sobra decir que el proceso de recuperación fue difícil y largo, muy triste; después el papá de Ivanna. Fue tan doloroso, que al encontrarnos ni siquiera nos saludábamos.
Ahora, años después, el contacto se ha reiniciado. Es extraño como los años y la experiencia sacan a relucir las culpas; hay una disculpa que no se ha otorgado y un remover los recuerdos que, según, ya estaban enterrados.
Veo a mi hija, pienso en su padre y en las cosas que ha vivido su madre; el amor tan grande que sentí por un hombre con el que me gustaría hablar de literatura alguna otra vez. Sí, de vez en cuando extraño eso; sin embargo agradezco que se haya ido, desde su partida he conocido gente maravillosa y viajado mucho.
Veo al padre de mi hija y lo sé tan diferente. Tan lejano también. Estoy feliz por eso. A él tampoco puedo saludarlo siquiera.
No soy la madre Teresa de Calcuta.
Ahora, años después, el contacto se ha reiniciado. Es extraño como los años y la experiencia sacan a relucir las culpas; hay una disculpa que no se ha otorgado y un remover los recuerdos que, según, ya estaban enterrados.
Veo a mi hija, pienso en su padre y en las cosas que ha vivido su madre; el amor tan grande que sentí por un hombre con el que me gustaría hablar de literatura alguna otra vez. Sí, de vez en cuando extraño eso; sin embargo agradezco que se haya ido, desde su partida he conocido gente maravillosa y viajado mucho.
Veo al padre de mi hija y lo sé tan diferente. Tan lejano también. Estoy feliz por eso. A él tampoco puedo saludarlo siquiera.
No soy la madre Teresa de Calcuta.
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