Le pedí a Ángel que por favor fuera cordial y me trató como nadie. Hasta me dejó hacer yoga para relajarme -sin importar que hiciera el ridículo-. De vez en vez, me miraba con ojos sonrientes, sus dedos fueron suaves al tacto y puedo asegurar que, con cualquier otro, me hubiera dolido más. Aunque debo confesar que cuando se acercaba al vientre, mi cuerpo temblaba. Aún así, le agradezco lo limpio y cuidadoso.
Si quieres hacerlo otra vez, regresa. Me dijo al terminar.
Si se me antoja, lo haré sin pensarlo.
Salí feliz, adolorida, pero contenta. Me fui al cine a ver la película de la Kiaf, pero no me pude sentar; la piel me punzaba.
En fin...adolorida pero con tatuaje nuevo. Me adelanté un poco, lo pensaba como regalo de cumpleaños.
Luego pongo la foto.
1 comentario:
NADA-DE-QUE-LUEGO-PONGO-LA-FOTO...
¡Demando ver ese tatuaje esmeraldístico ahora mismo!
(abrazo de su sonorense favorita)
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