jueves, 4 de diciembre de 2008

El semestre casi termina. En el muro las calificaciones comienzan a publicarse. No me fue tan bien este semestre, -lo supe desde el principio- el trabajo fue intenso, las alucinaciones y dilucidaciones, más. Estos meses ya no fueron de diez y de mantener el 9.6 de promedio. Los números están dejando de importarme. Estos meses crecí, me convertí en gente grande, bueno, a veces, y otras supe que esto de ser gente grande no es nada agradable. Pagar las cuentas, las responsabilidades, la chamba hasta morir, eso no es lindo.

Es final de año, de proyectos, de cosas...cosas. Me abrazo a mi hermano y me quedo ahí, hace mucho que no me sentía tan segura, tan querida. Mi hermano me mira y me da un beso. Tienes una vida linda, gorda. Nada más que no te has dado cuenta, me dice. Yo lo abrazo más.

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Una terminó un ensayo que le quitó el sueño durante semanas. Un creador a la deriva: el super yo de Ibarguengoitia, y el maestro le puso 9. Una está contenta, Una saltaría de alegría si le hubieran puesto diez, pero así está bien. Una puede vivir felizmente con su 9.


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Una va a la FIL este fin de semana y tiene miedo. Mucho. Va a presentar Yo quiero que haya mundo... de Patricia Rosas Lopátegui. A Una, el domingo 07, a las cuatro de la tarde, le temblarán las piernas.

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