viernes, 13 de marzo de 2009

La noche en que su madre le arrojó la cena sobre los pies, fue la misma en que Emilio, su primo lejano de doce años, murió. Su sobrino de trece partía el pastel de cumpleaños y nadie quiso probar ni un pedazo. Imaginó a Emilio y a su cuerpo débil por la cirugía, el transplante de médula fue un éxito, eso dijeron los doctores. Pero se equivocaron. El cuerpo de doce, no lo resistió. Ella no quiso asistir al velorio, ni siquiera al entierro. Prefirió encerrarse en casa. Ver pasar el domingo y llorar sobre el sillón, prefirió imaginar la cara sonriente de ese niño rubio que ya había abandonado los días. 

Seis años en hospitales, Emilio. Y nosotros le cantábamos el happy birthday a Junior

Mis pies todavía están manchados.

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