lunes, 13 de abril de 2009

El costado simulaba estar herido, las calles estaban cerradas, poco a poco traté de abrirme paso entre la gente que aglutinada, admiraba el espectáculo: tres hombres encaramados a una cruz.

-Perdónalos padre, no saben lo que hacen!- Dijo el que se encontraba en medio. La vista de la muchedumbre no se despegaba del suceso.
Pensé en la importancia que le dan los católicos a esta clase de cosas religiosas, entre ellos, mi familia.

Algunos lloraban, otros miraban estupefactos. Yo sólo pensaba en lo interesante que sería entrar en la conciencia de esas personas que atentas perdían su mañana, y adivinar a quién estarían sacrificando en ese momento: al secuestrador, al asesino, al ladrón, a quién?

1 comentario:

nancy dijo...

el comentario es para un post de abajo, "la complicidad de la ciudad" un aroma que por conocido pocos prestan atencion. saludos!