jueves, 30 de abril de 2009

Los participantes de Tiempo de Literatura Mxl 09. Literatura de Cuerpo Presente.

Abril Castro
Adriana Sing
Aglae Margalli Dives
Alberto Ribas-Casasayas
Alejandra Peart Cuevas
Alejandra Rioseco
Alejandro Almazán
Alejandro Espinoza
Ana Joy Springer
Antonio León
Antonio Valenzuela
Askari Mateos
Atenea Cruz
Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal
Carmen Castañeda
Elizabeth Sobarzo
Esmeralda Ceballos
Fabrizio Mejía Madrid
Fernanda Delgado
Fernanda Melchor
Fernando Lobo
Fernando López Mateos
Fernando Vizcarra
Franco Félix
Gabriela Torres Olivares
Gerardo Villalobos
Igael González
Ignacio Betancourt
Isaac Betancourt
Isaac López Tolosa
Janice Lee
Jenny Donovan
Jesús Marín
Jorge Ortega
Eduardo Perezchica
José Juan Aboytia
José Manuel Di Bella
Juan Cajas
Juan Castañeda
J. M. Servín
Juan Ramón Agúndez Vargas (Monchie)
Juliana Faesler
Liliana V. Blum
Lorena Mancilla
Luis Gastélum
Mara Longoria
Marco Antonio Huerta
Marco Antonio Sanz
Mariana Martínez Salgado
Mariel Iribe
Mauricio Bares
Mayra Inzunza
Miguel Ángel Avilés Castro
Miguel Angel Lozano
Miguel Ángel Ortiz
Minerva Reynosa
Miriam Gabriela García Aguirre
Noé Morales Muñoz
Norma Alarcón
Nylsa Martínez
Octavio F. Islas Gastelum
Omar Pimienta
Óscar David López
Óscar Grajeda Peral
Paola Velasco
Paty Blake
Pepe Rojo
Rafa Saavedra
Rafael Martínez
Raúl Fernando Linares
Roberto Castillo
Rosa María Espinoza
Samantha Luna
Sara Uribe
Sergio Rommel
Sylvia Aguilar Zéleny
Teresa Carmody
Tomas Di Bella
Tryno Maldonado
Vannesa Place
Victor Hugo Barrera
Victor Soto
Vivian Abenshushan
Yohanna Jaramillo

El Encuentro Nacional de Literatura Tiempo de Literatura Mxl 09. Literatura de Cuerpo Presente, no se suspende, ni se cancela, todo sigue de acuerdo a lo planeado.

sábado, 25 de abril de 2009

Me falta inventar una calle que carezca de neblina, una que no se cubra los oídos cuando el ruido existe. Una calle que no se enferme con los pasos de la soledad y el aburrimiento: "el no pasa nada". Siempre pasa, desde los tiempos del lenguaje a señas, pasa. Somos como la década de los 80"s. A dónde se van las rocas del tiempo? Acaso se quedan en las líneas faciales, en las raíces del cuerpo, de la memoria?
Observo los rostros de la gente que, por coincidencia, habita el Centro de la ciudad al mismo tiempo que yo lo hago. Intento grabarme cada labio, cada mejilla, cada cabello, cada corte (sobre todo los lacios), disculpe usted, pero sabido es que mi cabellera arbolada, siempre me ha generado conflicto; pero no lo logro, las olvido en cuanto doy tres o cuatro pasos. 

Todavía un rostro permanece.

Estoy cansada, hoy fueron cuatro funciones entre Tijuana y Rosarito. Disculpe usted tanta cursilería (la atribuyo al cansancio), aunque esta vez, es un soliloquio cibernético. 

Algún día será un soliloquio cibernético verdadero, uno que raye más en el melodrama barato, un soliloquio que saque de corridito tanta tristeza guardada, tantas palabras pegadas a la pared, tantas ganas de no estar, de no seguir estando. De no sentir lástima. Algún día.

Después de este texto, correré a meter mi cabeza revuelta debajo de la almohada. Culpo a mi terapeuta. Comienzo a creer que Freud y Jung, se equivocaron.


viernes, 24 de abril de 2009

Me abre la puerta del carro, saca la silla para que me siente, me toma del brazo, chocamos (no estoy acostumbrada a que alguien sea "caballeroso"), me recomienda el mejor platillo del Sushi Tai, vierte la salsa de soya sobre el recipiente, le digo que no tomo hielo, le habla al mesero, pide un vaso sin hielo, ríe, platica de todo, menos de literatura, mucho menos de teatro. No me permite pagar la mitad de la cuenta. 

Es demasiado, demasiada atención, me digo.

Me deja en la puerta de mi casa, me llama una hora después. 

Quiero salir otra vez, me dice.

Es demasiado.

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Soledad: aquí te traigo mis credenciales.

Estabas ahí, con chamarra nueva, y el corte de cabello que acostumbras cuando te quieres ver más joven.

Aunque no hay papel, se notan las cicatrices.


lunes, 13 de abril de 2009

El costado simulaba estar herido, las calles estaban cerradas, poco a poco traté de abrirme paso entre la gente que aglutinada, admiraba el espectáculo: tres hombres encaramados a una cruz.

-Perdónalos padre, no saben lo que hacen!- Dijo el que se encontraba en medio. La vista de la muchedumbre no se despegaba del suceso.
Pensé en la importancia que le dan los católicos a esta clase de cosas religiosas, entre ellos, mi familia.

Algunos lloraban, otros miraban estupefactos. Yo sólo pensaba en lo interesante que sería entrar en la conciencia de esas personas que atentas perdían su mañana, y adivinar a quién estarían sacrificando en ese momento: al secuestrador, al asesino, al ladrón, a quién?

jueves, 9 de abril de 2009

Cada color un instante
y el viento: el polvo
pájaro 

En el desierto
en el desierto
en el desierto de Mairán

"Lo desplazado no regresa"
lo desplazado no regresa
lo desplazado no regresa

La memoria cercena lo que une
el paisaje es una urna
el paisaje es una urna
de ceniza


Julián Herbert: Himno (videopoema). 
posteado por Óscar David 


lunes, 6 de abril de 2009

La vida pasa todos los días por mi calle, pero olvida tocar a mi puerta.

sábado, 4 de abril de 2009

Llegó una paloma a mi patio, la saludé, platiqué con ella, pero no sé si es señal de soledad, o que ya llegó la primavera.

miércoles, 1 de abril de 2009

Abril y Miriam acaban de irse, dos minutos y ya extraño su presencia, es raro. Deseaba tanto estar con ellas, y sin embargo no pude atenderlas como siempre. 

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Nunca entre días tengo tiempo para pensar, nunca me sobra tiempo, pero aunque ya no duela, todavía busco un nombre entre mis abrigos. 

La mano punzante del destino.

A veces duele confesarse, aunque sea por homenaje.

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Ella llora a mi lado, sus sollozos no son silenciosos, (por qué escogió sentarse a mi lado, si iba a llorar). Se siente bien? -alguien le pregunta. Se siente mal señora, quiere que me detenga? -pregunta el chofer. Ella no dice nada, pero su llanto se acentúa. 

Nunca me había puesto a pensar en cuánta gente escoge el transporte colectivo para ponerse a llorar. Nadie conoce a nadie, sin embargo existe esa especie de complicidad. Es una complicidad que acompaña a la ciudad, ese sentir que pesa sobre ella: sobre todos.