domingo, 28 de octubre de 2012

Uno de los mejores lugares para encontrar personajes, es el banco.

Mientras esperaba en la fila, él también, estaba a tres personas adelante. Lo único que alcanzaba a ver era su perfil, le calculé unos 55 o 60 años, su ropa era desgastada y de distintos tonos de grises, los tennis (antes blancos), también eran grises, en su antebrazo derecho tenía dos tatuajes, entonces lo pensé joven durante los 60´s, imaginé que quizá después de una gran borrachera le dieron ganas de ponerse el nombre de Raquel; me pregunto si esa Raquel lo supo o si corrió el riesgo de acompañarlo durante ésta su vida. Tal vez se lo hizo después del rompimiento para demostrar lo mucho que la quería, seguro le dijo:


-Mira, me puse tu nombre- enseñándole su brazo adolorido.


Llegó a la caja y vi su cara, dos grandes bolsas de piel colgaban debajo de sus ojos, éstos no demostraban felicidad alguna ni tampoco emociones escondidas, sólo su edad verdadera. Tal vez esa Raquel no se quedó con él, y ahora años después, él se arrepiente de haberla dejado marcada en su piel.

Eso me hace pensar en mi vientre antes plano y en el tatuaje que se dibuja en su lado derecho. Ese dibujo en tinta que me hice después de haber fumado algo tóxico y que, al contrario de ese señor -que ya es un personaje-, yo no puedo andar enseñando.

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La hija de vacaciones. Al parecer, a ella también le va a encantar salir de viaje. Le preparé su maleta, sus huggies, enfamil, ropa, cepillo y pasta de dientes, shampoo... todo lo que necesitará estos días que estará fuera de Tijuana. 

Tomó su maleta y se la llevó arrastrando, levantó su manita y me dijo adiós desde el carro.

Y sólo tiene año y medio.

Me dicen que hoy se la pasó cantando en la playa.

Cuando estaba en labor de parto creí que me partían en dos, y es verdad, porque se fue ayer y hoy me siento incompleta.

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