martes, 11 de marzo de 2014

Cómo, en qué momento el vacío se va apoderando del cuerpo, de la memoria?
Hce tanto que no entro aquí, que de pronto es como si fuera desapareciendo poco a poco.
El espacio que habito es de cristal bordeado por cielos azules que no conocen la oscuridad del tiempo. Cuando el ocaso rodea mi edificio, las luces que penden de las paredes se encienden, y es entonces el momento de escribir, en la imaginación, palabras e historias que no tengo tiempo de escribir.

Aquí todo es papeleo y programaciones interminables, presupuestos que no alcanzan.
EL 08 de marzo cumplí un año en este puesto y es la felicidad en un tunel de anillos muy poco luminosos.

----
De cuando fui al DF., y tuve sexo con un fantasma.

Ya teníamos unas cuantas cervezas en el cuerpo, el frío nos hacía titiritar mientras caminábamos hacia el taxi. Yo ya sabía a lo que iba: el sexo pasado. Cómo sería tener sexo con un fantasma, cómo reaccionaría la piel ante caricias ya conocidas y eyaculaciones esperadas.
Hablamos de todo y nada. De películas vistas, libros leídos, chistes recontados, frases y citas ya mil veces visitadas.

Las manos entrelazadas.
Como dos Peter Pan que no desean crecer ni recordar el daño previo, el daño que casi los difumina en el tiempo.

La música.
Acomodada en el oído como melodía de fondo en una película con muy buenos efectos especiales.

La mirada.
Una sobre la otra, escondiendo lo que no puede decirse: palabras que ponen en riesgo el sexo de la noche, la calidez de las sábanas, la calentura del cuerpo, la saliva de los besos, la suavidad del entrar y salir.

Los besos.
Fue como regresar al mismo espacio. A la misma casa.

El sexo.
Aquí fallaré, pues no soy ni Almudena Grandes ni Anaís Nin para narrar exquisitamente un encuentro sexual, ni siquiera Penélope la de Ulises para ser romántica, ni Elena de Troya subiendo a un barco ilícitamente para tener sexo tórrido con un hombre... bueno, en ese aspecto quizá sí lo sea: me subí a un barco de sábanas ásperas que al contacto de nuestros cuerpos, se calentó como una tarde de verano en una playa.
Cogimos toda la noche, toda. Seís años después cogimos. Cogimos en todas las posiciones posibles, recordamos el kamasutra in situ. Cogimos durante la noche y durante el día siguiente. Ni siquiera nos bañamos. Vimos películas tirados en la cama. Volvimos a coger con todavía los residuos del coito anterior.

Cogí con un fantasma escritor y me llené de lectura y otras secreciones.

El vacío fue terrible.




No hay comentarios: