viernes, 22 de agosto de 2008

No sé por qué (bueno sí, pero eso me lo callo) había pensado en la biblia como génesis de la literatura erótica.

1:2 ¡Oh, si él me besara con besos de su boca!
Porque mejores son tus amores que el vino.
1:3 A más del olor de tus suaves ungüentos,
Tu nombre es como ungüento derramado;
Por eso las doncellas te aman.
1:4 Atráeme; en pos de ti correremos.
El rey me ha metido en sus cámaras;
Nos gozaremos y alegraremos en ti;
Nos acordaremos de tus amores más que del vino;
Con razón te aman.
1:5 Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable
Como las tiendas de Cedar, Como las cortinas de Salomón.
1:6 No reparéis en que soy morena, Porque el sol me miró.
Los hijos de mi madre se airaron contra mí; Me pusieron a guardar las viñas;
Y mi viña, que era mía, no guardé.
1:7 Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma, Dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía;
Pues ¿por qué había de estar yo como errante Junto a los rebaños de tus compañeros?
1:8 Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres,
Ve, sigue las huellas del rebaño,
Y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.

Salomón, Cantar de los Cantares

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