domingo, 8 de junio de 2008






Ayer fue mi cumpleaños y estoy en donde debo estar: con mujeres a las que adoro. Ellas han aliviado mis tormentas los últimos meses. Me ayudaron a pintar mi casa y de paso, a mi memoria.
Recibo a los treinta en Hermosillo, leyendo historias inventadas en las horas de junio y sentada al lado de una de mis mejores amigas. El clima de la ciudad es el cierre de estas últimas semanas, días pesarosos, llenos de actividades que casi me desaparecen. Le digo adiós a los 29. Ya se fueron, los veo pasar por la ventana del hotel, todavía estoy anonadada.
Días de encuentros, lecturas, representaciones, viajes y lloradera intensa. Pero hoy, cierro la puerta. Debí volar papalotes.

Feliz cumpleaños a mí.

No quiero preguntar.

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