lunes, 30 de junio de 2008

Despedida Literaria

Busqué en todos los estantes el libro que me pediste; mis dedos terminaron negros por la tinta de los libros y el polvo que se acuesta en ellos cada tres días. Me sentí envenenada: como en el Nombre de la Rosa. Revisé los anaqueles dos veces y no encontré el título. Por un momento pensé que me habías engañado, que jugabas con mi mente y tiempo, que sabías que no tenía ese libro, pero sin embargo, me lo habías pedido prestado. Hasta te atreviste a decir en qué librería lo había conseguido. Perdí toda la mañana buscando un libro de portada gris, editado por Planeta en 1977.

Me habría tardado menos, si mis ojos no hubieran espiado a Nietzche y Schopenhauer durante varios minutos. Me lavé para borrar el tapiz oscuro de mis manos y me di por vencida. Me engañaste: no se le puede prestar un libro a un muerto, como el libro de Árboles Petrificados: desapareciste hace tiempo.

jueves, 26 de junio de 2008

Hoy


PRESENTACIÓN LITERARIA
Con el dramaturgo Hugo Alfredo Hinojosa
Sala Audiovisual del ICBC, 19:00 horas
Presenta: Esmeralda Ceballos
Admisión libre

miércoles, 25 de junio de 2008

Hormiguero Ceballos


Mi casa tiene hormigas, llegan y se instalan en el piso cada verano. Sobre la loseta hay una línea negra de chiquilinas obreras. La fila oscura comienza en la cocina y termina en el resquicio de la puerta de la regadera. Qué buscan ahí? El olor dulce que se desprende de mi cuerpo cuando me baño? Malditas: Aprovecahron mi ausencia y se adueñaron del espacio.
Pude haberlo soportado todo: Brincar el puente hormiguero; sacudirme alguna de vez en cuando; comprender que son seres vivos que merecen un lugar en la tierra; todo, pude haberlo soportado todo. Pero esta mañana, la comezón en la cabeza me despertó. Las malditas hormigas se hospedaron en mi cabello, tal vez pensaron que era un bosque con olor a vainilla. Eso me pasa por tener el pelo chino.
Repito: Pude haberlo soportado todo. Hasta hacerme su compa y saludarlas al llegar a casa, pero que se atrevieran a romper las reglas de etiqueta, ya no me pareció.
Van a morir, les dije. Abrí las puertas del zinc, -ese pequeño espacio donde se guarda el cochinero para la limpieza- tomé el baygón y me lo eché en la cabeza.

Les apliqué mi ley del más fuerte y maté a las desgraciadas. Pero no fue fácil. Las nenitas son muy inteligentes; utilizaron mis rizos como lianas y comenzaron a saltar para salvarse del líquido venenoso. No miento: juro que hasta escuché los sonidos paralinguísticos producidos por su vértigo. Finalmente murieron. Algunas por el insecticida, otras por la caída y las más miedosas de un paro cardiaco.
Las hormigas tienen corazón? Tengo que ver Antz de nuevo.

Caminé sobre el cementerio de hormigas, tomé el recogedor y la escoba, barrí a las que hacían fila como si fueran a entrar a un concierto y las llevé hasta la esquina de la calle. Después de todo, ellas no tenían la culpa de nada.

jueves, 19 de junio de 2008



Ensenada: Foro del CEARTE
Viernes 20 de junio 8:00 pm

Mexicali: Foro del CEARTE
Sábado 21 de junio 8:00 pm

Los perdí hace dos días en un taxi. Camino a ciegas por los jardines tijuanenses. Todo es culpa de mi mecánico. No sé por qué todavía no me entrega mi camioneta.
El dolor es contemporáneo. Ni modo, lo meto a una maleta, tendrá que viajar conmigo a Mexicali y Ensenada. Me voy de gira con la obra Edipo Guey.

miércoles, 18 de junio de 2008


Este lánguido caer en brazos de una desconocida,
esta brutal tarea de pisotear mariposas y sombras y cadáveres;
este pensarse árbol, botella o chorro de alcohol,
huella de pie dormido, navaja verde o negra;
este instante durísimo en que una muchacha grita,
gesticula y sueña por una virtud que nunca fue la suya.

Todo esto no es sino la noche,
sino la noche grávida de sangre y leche
de niños que se asfixian,
de mujeres carbonizadas
y varones morenos de soledad
y misterioso, sofocante desgaste.

Sino la noche de la muchacha ebria
cuyos gritos de rabia y melancolía
me hirieron como el llanto purísimo
como las náuseas y el rencor,
como el abandono y la voz de las mendigas.

Lo triste es este llanto, amigos, hecho de vidrio molido
y fúnebres gardenias despedazadas en el umbral de las cantinas
llanto y sudor molidos, en que hombres desnudos, con sólo negra barba
y feas manos de miel se bañan sin angustia, sin tristeza:
llanto ebrio, lágrimas de claveles, de tabernas enmohecidas,
de la muchacha que se embriaga sin tedio ni pesadumbre,
de la muchacha que una noche
y era una santa noche me entregara su corazón derretido,
sus manos de agua caliente, césped, seda,
sus pensamientos tan parecidos a pájaros muertos,
sus torpes arrebatos de ternura,
su boca que sabía a taza mordida por dientes de borrachos,
su pecho suave como una mejilla con fiebre,
y sus brazos y piernas con tatuajes,
y su naciente tuberculosis,
y su dormido sexo de orquídea martirizada.

Ah, la muchacha ebria, la muchacha del sonreír estúpido
y la generosidad en la punta de los dedos,
la muchacha de la confiada, inefable ternura para un hombre,
como yo, escapado apenas de la violencia amorosa.

Este tierno recuerdo siempre será una lámpara frente a mis ojos,
una fecha sangrienta y abatida.

Efraín Huerta, La muchacha ebria.

viernes, 13 de junio de 2008

De regreso en Tijuana. Las vacaciones se terminaron en el momento en que nos subimos al avión. Maldito Aerocalifornia: no te ofrecen café. Llegamos a nuestra ciudad y sentimos el cambio de clima: directo al trabajo con todo y maletas. La ciudad no nos dio tregua.
Costó acostumbrarse a las calles y a las vacas surrealistas que nos saludaron con sus patas de colores.
Ayer, por fin, me sentí en casa, mi casa, nuestra casa: el Dandy´s. Marco y Sara llegaron de Tamaulipas con sus perros de agua. Tuvimos que ladrar para no ahogarnos. Me tomé tres cervezas al hilo y se me subieron rápidamente. Extrañé Hermo, allá no pasan esas cosas. El sol no deja que sientas las chelas, aunque tu estomago diga lo contrario.
Tijuana con su sonrisa nerviosa, cuerpo tenso y saludo tembloroso, me dio la bienvenida. Me fui sólo cinco días. Siento que ya no le pertenezco.

domingo, 8 de junio de 2008


La miriam. (Detrás de una gran mujer: el mar)


La Abrilenin y yo en los mares
















La mesa de escritoras chacas: Mara, Abril, Syilvis, Josefa y Gaby. Rosina y yo. (Abajo) Mi maestro, el Rober, guapo, guapo. El poncho (mi mejor maestro de historia) y la guapa Moni.








Ayer fue mi cumpleaños y estoy en donde debo estar: con mujeres a las que adoro. Ellas han aliviado mis tormentas los últimos meses. Me ayudaron a pintar mi casa y de paso, a mi memoria.
Recibo a los treinta en Hermosillo, leyendo historias inventadas en las horas de junio y sentada al lado de una de mis mejores amigas. El clima de la ciudad es el cierre de estas últimas semanas, días pesarosos, llenos de actividades que casi me desaparecen. Le digo adiós a los 29. Ya se fueron, los veo pasar por la ventana del hotel, todavía estoy anonadada.
Días de encuentros, lecturas, representaciones, viajes y lloradera intensa. Pero hoy, cierro la puerta. Debí volar papalotes.

Feliz cumpleaños a mí.

No quiero preguntar.

martes, 3 de junio de 2008

Todos los días pasa algo




Todos los días, desde hace seis meses, pasa algo, estoy contabilizando los sucesos. Me dicen que así es la vida de adulto. El próximo sábado es mi cumpleaños. Cumplo 30, 30, 30. No me asusto, no, no me asusto. Ya dije que no me asusto?
Me asustan los meses que llevo realizando una búsqueda ontológica, esa, la del: on toy? Los veintes se me escapan y no puedo alcanzarlos. Me siento como personaje Rulfiano en Cómala: todo "Sube o baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para él que viene, baja." Total que vengo a mi vida y no me encuentro.
Me gustaría regresar a Mexicali, aunque no haya encuentro. Ese encuentro donde conocí a gente que de verdad es gente: Mauricio Bares, Oscar David, Minerva, Vuelvas, Balam. E ir acompañada de mi gente: los pilares del taller del poeta proxeneta. Abrazar a Elma y agradecerle la invitación. Regresar a Tijuana, terminar en un bar de tubo y tener platicas extensas con Hugo y Miriam, aunque haya cucarachas.
No sé a dónde meterme, tal vez en las faldas del personaje más libertino de Proust, o entre los cuentos de Serna...en fin, hoy me siento "arrojada al mundo" el existencialismo está a la orden del día, aunque Sartre, me diría: !Esto no es existencialismo Esmeralda! !son tonterías!.
Bueno, pues casi es mi cumpleaños, sólo espero no estar con este tipo de contradicciones y estupideces humanas cuando cumpla los 78 y, me muera de un paro cardiaco. Porque si sigo así, Gaby no me va a invitar a la ceremonia cuando se gane el "premio" y quiero ir, para llevar un paraguas rojo que me cubra de la lluvía, aunque después lo tenga que usar de bastón.

Estoy a punto cumplir treinta y cualquiera que cumpla esta edad, merece un poco de consideración. Eso justifica este texto.