viernes, 2 de enero de 2009

Las fiestas

25 de diciembre

Mi amá hoy comenzó a usar bastón, no es que sea muy grande de edad –este año cumplió 52-, sino que le duele la rodilla desde que mi papa se fue.

El bastón que sostiene en sus manos no es nuevo, tampoco es un regalo navideño, nadie se lo compró; le perteneció a mi abuela y no es cualquier bastón, se dobla en cuatro partes y de un tirón se tensa como varilla.

Mi abuelita lo usó hasta el último día de su muerte, -también padecía de las rodillas- ese día en que mi hermano intentó revivirla, y se comió el último aliento de la madre de su madre.

Veo a mi mamá de reojo y comprendo lo difícil que es para ella usar algo que le perteneció a Carmen Alejandre. A toda la familia le duele el símbolo del bastón, pero lo disfrazan con chistes y carcajadas.

¡Ahora sí, estás a un paso de la senectud! ¡Ya tramita tu tarjeta del Insen! ¡Año nuevo, vejez nueva! Le dicen. Pero a varios se les coloretean los ojos.


Es navidad y el aroma de mi abuela todavía está por toda su casa, en la recámara, las cobijas, la estufa y hasta en el lavadero de afuera, ese que mandó construir de cemento, para tallar los calcetines del abuelo tal como lo hacia en Santa Clara.

Ella ya no está, pero cuento a cuarenta y tres de la familia que llevan su sangre y se sientan en los sillones donde ella se sentó.

Recuerdo su mirada de ladito, amorosa e indulgente. Esos ojos que guardaban las preguntas no verbalizadas y que nunca haría, y que en vez de preguntar esbozaban una gran sonrisa.

¿Recuerdas Carmen, cómo me abrazaste y me pediste disculpas el día que me diagnosticaron la enfermedad de la tiroides, y cómo lloré en tus brazos?

¿Recuerdas también todo lo que lloraste por haberme heredado una enfermedad que era tan tuya y que me acompañaría toda la vida? ¿Y cómo me dijiste, que si hubieras sabido que tomaría medicamento siempre, no me habrías pegado tanto con las varitas chicoteadoras del árbol de obelisco, cuando era niña?

En mi cabeza resuenan tus palabras, las disculpas y la frase: vas a sobrevivir, es una enfermedad llevadera.

Pues sobrevivo, abuela, la enfermedad no fue lo único que me heredaste, te me heredaste completa. Tu sangre sobrevive y vive, y creo que lo estamos haciendo bien.


Es curioso Carmelita, mi amá se paró frente a tu foto y prometió no usar el bastón por mucho tiempo.


------------------------------------------------------------------------------------------------

Año nuevo

A pesar de que diagnosticaron buen clima para esta noche, hay neblina. Aunque no se si es algo natural o es la cortina de humo provocada por los cuetes, la que baña el cielo. Es primero de enero, cuatro treinta de la mañana y estoy en casa. Regrese temprano, después de haber escapado a hurtadillas de la fiesta, para no ser persuadida por Gaby, la regiomontana de ojos energéticos que detiene a cualquiera con todo el amor del mundo.

Esta noche se me rasaron los ojos pero de alegría. Abril escucho mi discurso de agradecimiento y a Miriam la abrace como lo hice en febrero, en la casa de Omar. Es ano nuevo, el ano viejo se fue con todo y sus lágrimas, lo despedí en casa de mi abuela y le di las gracias por todo; por las presentaciones, las fiestas, el premio, los montajes, los viajes y por toda la gente bonita que conocí, pero sobre todo, por la soledad y la reidentificación.

¡Welcome to my body 2009! (Escribir, escribir, escribir).

I love you with all my hearth, my body, my soul and my mind. I know, I`m a dreamer, but I`m not the only one.

Ya se fue, esta noche, se fue.

P.D. Extrañé la presencia de las Arreola y de la Lore en la casa de Tambor. También la de mi padre en la casa de mi abuela, espero que sea feliz con la mujer con la que se fue.

No hay comentarios: