miércoles, 10 de junio de 2009

Y cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí...
Monterroso, Augusto. (Todos lo sabemos).

La noticia espantó a todos esa mañana: cambio de director en el Centro de mayor importancia del Noroeste, pero no paró ahí, vinieron los despidos: el cambio de gabinete, de equipo, la caída estrepitosa y cancelación de proyectos, las cartas de renuncia de varios creadores de la entidad, del "arte local", de los "mundos pequeños" (sic). Siempre he estado en desacuerdo con ese mote: "arte local". Un "arte local" que revoluciona a tal grado que logra que la mirada internacional voltee hacía acá: Tijuana. Con el cambio viene la unión de creadores, la no abyección ante los hechos, el desacuerdo con los procesos, el reclamo de un espacio que pertenece a toda la comunidad californiana, y no a unos cuantos.
El desacuerdo. La obligación u oportunidad de crear espacios culturales alternos, la invitación a convertirnos en nuestros propios gestores. Una vez más, lleva la batuta (desafortunadamente), la política ortodoxa que no conoce otra manera de actuar, más que la de la ley del más fuerte.

Esto es el castigo, diría Foucault.

1 comentario:

EL GATO AZUL EN TIJUANA dijo...

Que decir ... la vida no es justa ... y los sistemas ... no trabajan con la logica que aveces creemos o quisieramos ...

La union y creatividad les va traer algo ...

Te mando la mejor de las vibras para que salgan bien librados