jueves, 5 de julio de 2012


Soy una mujer de utopías, karma y rencores.

Quizá algún día pueda aliviar estas enfermedades.

No sé si el día en que las calles estén tomadas por la violencia, tal como estuvieron en el otoño del 2008 en Tijuana, podré ser comprensiva con todos aquellos que votaron por un partido dinosaurio. Quizá es lo que no soporto: que México esté lleno de idiotas sin memoria.

No sé si se lo podré dejar al karma, el karma lo sufriremos todos.

El karma lo dejo para el papá de mi hija, algún día le cobrará la factura sin necesidad de que yo haga nada, tal y como ya se lo cobró al exnovio que vive con una mujer que ocupa una y otra cama.

La utopía me la quedo yo, esa es mía, la dejo escondida en esa parte buena que todavía me queda, esa parte de ojos grandes y expresivos que ahora duerme plácidamente a mi lado.

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