sábado, 28 de julio de 2012

Y sí, nos reunimos en el Giussepis, el mismo lugar donde fue nuestra fiesta de graduación, nos sentamos frente a la pintura que, al igual que hace tiempo, nos observaba desde un espacio estático, imperecedero. Fue caer en un colchoncito suave y cómodo. Las anécdotas no se detuvieron; primero la cena, después el bar, por último unos tacos acompañados de un café del oxxo. Noche más que linda. No somos aquellos, pero sí somos los mismos: nosotros.

Hubo uno que se nos quedó en el camino por cáncer y otro que perdió una pierna, aún así estamos agradecidos por la vida que nos ha tocado vivir.

No faltó la ama de casa que no soltó el teléfono por las llamadas de su esposo, o el soltero a punto de casarse que tuvo que invitar a la novia por aquello de los celos, o el guapo del salón que tien casi 15 años de casado.

Ya camino a la última estación, uno de los carros se quedó sin gasolina y tuvimos que empujarlo, y entre taco de asada y suadero un muchacho con la pierna ensangrentada (recien asaltadito), nos pidió para su taxi.

Los hombres del salón se encargaron de pagar toda la velada.


No hay comentarios: