Anoche disfruté mi travesía en taxi. El chofer ayudó bastante, pues escuchaba a los Chemical Brothers. El trasladarme en transporte de ruta, me ha obligado a descubrir cosas: como que en la parte baja de mi colonia hay una biblioteca, del DIF, pero biblioteca, un lugar donde venden pollos rostizados y el olor impregna la cuadra, un taller mecánico que se adorna con luces navideñas, un camino amarillo como en el Mago de oz; y sobre todo, la tranquilidad que representa no manejar y tener libertad de separar la vista del volante.
Llegar a la cena en casa de mi hermano y reír con mis sobrinos, me recordó lo lindo de estar en familia. Prometo hacer esto más seguido.
No tengo carro, esta semana he llegado tarde a todas partes, no tengo carro y hay un encuentro a la vuelta de la esquina, una obra que montar y producir, y no tengo carro. Pero estoy feliz.
Llegar a casa de Omar y Granola (sin carro), me hace sentir protegida, querida. Siempre habrá una silla y un abrazo.
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